Rutas del vino, para no perderse

Para el turista, una Ruta del Vino es un destino turístico de calidad que ofrece la posibilidad de sumergirse en la cultura, tradición y costumbres de un territorio vitivinícola. Pasear por un viñedo, visitar una bodega y conocer el proceso de elaboración del vino, alojarse en un entorno rural, tomar un buen vino en una taberna y adquirir productos típicos en una tienda especializada son algunas de las experiencias que una Ruta del Vino brinda al visitante. Todo ello, sin olvidar, la oportunidad de conocer el patrimonio histórico, cultural y natural de esas ciudades.

Una Ruta del Vino es un producto turístico basado en una red de cooperación público-privada (partenariado tipo LEADER) que integra a empresas turísticas con cooperativas, bodegas, enotecas, tiendas especializadas, restaurantes, hoteles, alojamientos rurales, asociaciones,…. También incorpora a las administraciones locales del territorio por donde transcurre la Ruta como gestoras de gran parte de los valores y recursos del territorio. La red se materializa en un ENTE GESTOR (asociación, consorcio, etc.) que se encarga de la planificación, control de calidad, gestión y comercialización del producto turístico.

La viticultura es el eje temático de este producto y el turista lo percibe durante todas las etapas de su viaje y en cualquier componente de la cadena de valor turística que constituye la Ruta. En el destino se “respira” cultura vitivinícola

Actualmente existen 13 rutas certificadas: Islas Canarias, Marco de Jeréz, Montilla Moriles, Bullas, Jumilla, La Mancha, Utiel Requena, Rías Baixas, Ribeiro, Rioja Alavesa, Navarra, Somontano y Penedés. Cinco rutas en proceso de certificación: Condado de Huelva, Alicante, Ribera del Guadiana, Ribera del Duero y Rioja Alta. Y tres nuevas rutas: El Bierzo, Campo de Borja y Costers del Segre.